Crisis de confianza (2007-2022). El descrédito de los medios investiga, desde una perspectiva multidisciplinar, la trayectoria de la confianza social en los medios y las instituciones desde 2007 –con la caída de Lehman Brothers y la crisis económica– hasta nuestros días, con la pandemia del coronavirus o la guerra de Ucrania. Al mismo tiempo, la obra ofrece distintas propuestas para recuperar la confianza, un elemento frágil y precario, pero también vital, para la vida en sociedad.
El STI ha conversado con Pérez Latre sobre los orígenes de esta falta de confianza entre la sociedad y las instituciones, sobre sus vínculos con nuestra historia reciente y sobre las posibles soluciones a este fenómeno.
STI: ¿Que ha generado la actual crisis de confianza en los medios e instituciones? ¿Por qué situa el año 2007 como punto de partida de esta fractura?
FJPL: La desconfianza la generan los malos comportamientos reiterados en el tiempo. La confianza es algo muy frágil, apenas un salto esperanzado en la oscuridad, siguiendo la feliz metáfora de Katherine Hawley. Sobre todo, para que confiemos en las instituciones es necesario que se comporten como buenas personas. Porque nosotros confiamos sobre todo en las personas. Se puede hablar de confianza en las empresas, gobiernos, medios o instituciones, pero sólo por analogía.
Mi hipótesis de trabajo es que la crisis de 2007 fue un momento de la verdad. Lo singular de la crisis del 2007 es que fue también una crisis ética. Había factores económicos en juego, pero vimos cómo el status quo económico estaba viviendo por encima de sus posibilidades. Con su adicción al juego y el riesgo llevaron a la economía mundial a una situación límite, que en el sur de Europa padecimos de modo severo. El impacto a todos los niveles fue profundo.
STI: ¿Entonces, esta separación entre ciudadanos e instituciones tiene una raíz económica?
FJPL: La raíz es más moral que económica, pero la crisis económica, con las incertidumbres que plantea,2 provoca un efecto catalizador.
STI: ¿El contexto digital ha acelerado este proceso?
FJPL: Es un proceso que tiene una larga duración. Se inicia, al menos, tres siglos atrás. Hoy el contexto digital lo ha intensificado porque todos tenemos opiniones muy contundentes (nos haría mucho bien pensarlas más) y podemos compartirlas al minuto. Las crisis son hoy fulminantes. Falta tiempo porque vamos muy rápido, pero, sobre todo, falta afán por entender al otro y eso genera complicaciones en la vida social.
STI: ¿Qué oportunidades ofrecen las redes sociales y las nuevas tecnologías para restablecer el diálogo y la confianza?
FJPL: Las redes digitales son un elemento integrador: ahí “estamos juntos”. Pero como le gusta decir a mi querido colega José Luis Orihuela, algunos se comportan en ellas como si estuvieran en la barra de un bar. Prefiero verlas como una casa común, donde puedes compartir y felicitar. Además, en las redes no estás obligado a seguir a nadie… Es verdad que las redes tienen dimensiones preocupantes de polarización y comunicación hostil, pero los provocan las personas que las usan mal. Lo peligroso en las redes es que lo viral se convierta en lo banal, que no nos saquen de la superficie de las cosas. Pero, a la vez, siempre que acudo a las redes encuentro luces, buenas personas y textos que inspiran. En el mundo digital hay oportunidades para el diálogo y la confianza.
STI: ¿Qué impacto ha tenido la pandemia del Covid-19 en el rompimiento entre la sociedad y sus instituciones y medios?
FJPL: La pandemia, entre otras cosas ha intensificado dos emociones que facilitan la desconfianza: el miedo y la incertidumbre. Hay que tener en cuenta que la confianza se basa en la esperanza y la pandemia ha traído dolor y desánimo. También nos ha traído importantes secuelas económicas y una modificación de hábitos de trabajo con este gran experimento de trabajo flexible y remoto que estamos viviendo.
STI: ¿Qué dice esta pérdida de confianza de los ciudadanos? ¿Son más críticos o más sesgados?
FJPL: Los ciudadanos viven un contexto donde las emociones sociales por defecto (como ha dicho el barómetro de Edelman) son el miedo, la incertidumbre y, a veces, el odio. Son emociones que polarizan y provocan una especie de parálisis social, además de hacer que las personas sean más volubles, críticas y sesgadas. Hoy tenemos que esforzarnos más por crear climas sociales que faciliten el acuerdo y eleven el ánimo de la ciudadanía, que observa el futuro con preocupación.
STI: ¿Qué pueden hacer los medios para restablecer esos puentes de confianza? ¿Y las instituciones?
FJPL: Los medios deberían ser escenarios de confianza. Pero hoy sufren una situación económica muy precaria, buscan clics que aumenten de manera inmediata sus audiencias y, en general, pierden su credibilidad tomando postura, no en la opinión (donde tomar postura es plenamente legítimo) sino en las noticias. Es un ciclo letal para la confianza y los medios tienen que darse cuenta, porque sin confianza los públicos no pagarán por los contenidos con fidelidad.
En el caso de las instituciones políticas pienso que la superación de sus evidentes problemas pasa por recuperar el concepto de bien común. La política tiene que superar el contexto actual de ciclos cortos donde todos buscan ventajas inmediatas y los verdaderos problemas (cuestiones como el invierno demográfico o el paro juvenil) no se pueden abordar por falta de capacidad de acuerdo.