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Los retos de la igualdad en el mundo de la empresa

La igualdad de oportunidades y el liderazgo femenino en los negocios son clave para la competitividad empresarial, pero todavía se topan con múltiples barreras externas e internas.

Incrementar la presencia femenina en las cúpulas directivas y alcanzar mayores cotas de igualdad entre hombres y mujeres en el ámbito empresarial es muy importante y beneficioso para las compañías, pero existen todavía muchas trabas para ello. Así lo indica la profesora de Dirección de Personas en las Organizaciones del IESE Business School, Nuria Chinchilla, que considera que “la mujer es quien mejor puede humanizar la empresa” pero que, al mismo tiempo, ésta se encuentra con muchos obstáculos que impiden que su carrera despunte.

Chinchilla distingue entre barreras “internas” y “externas”. Las primeras, explica, son las que proceden de vivir en “un mundo pensado por hombres y para hombres del siglo pasado”. “Cuando entra una mujer en ese mundo es como darle una herramienta diestra a un zurdo, encajas pero encajas forzando mucho la situación, si no te das cuenta que realmente eres diferente y que puedes aportar diferencia”, reflexiona.

Esto se puede observar, dice Chinchilla, en la selección de candidatos -donde hombres en puestos de responsabilidad tienden a escoger a hombres-, en la remuneración, en la evaluación del trabajo, en la conciliación o en la promoción a cargos superiores, cuando de manera a menudo inconsciente, se contempla la maternidad como un obstáculo. “Las empresas están organizadas para un individuo centrado en el trabajo donde la vida familiar y personal no tienen cabida”, asegura la experta. 

Las segundas barreras, las internas, son los “techos de cemento que van fraguando la [baja] autoestima de las mujeres”. Se trata de percepciones negativas que las mujeres desarrollan sobre ellas mismas, a menudo porque “se comparan con un modelo de liderazgo masculino”. Esto hace, entre otras cosas, que las mujeres “negocien menos para sí mismas que para los demás”, una tendencia que las perjudica tanto en procesos de selección como a la hora de promocionarse o pactar su remuneración. 

“Nuestro cerebro nos lleva a ser más estrictas con nosotras mismas”, opina Chinchilla que basa su consideración en las leyes de la neurociencia y en sus conocimientos del mundo de la mujer en el liderazgo empresarial, ámbito que ha estudiado durante décadas. La profesora recuerda, por ejemplo, que si una mujer “tiene cinco de las seis competencias que pide el puesto no se presenta, mientras que un hombre con tres de seis competencias ya se presenta como candidato”. 

Según Chinchilla, a las mujeres también les cuesta más delegar, ya que piensan que “lo hacen más rápido y mejor” y tienden a querer cargar con todo el trabajo, tanto en la empresa como en el hogar. Finalmente, explica Chinchilla, a las mujeres “les cuesta más hacer networking”. “Pensamos que nos tenemos que vender, y no es que tengamos que vendernos, hacer networking es trabajar la red de relaciones, que es darnos a conocer, porque si queremos que nos usen para algo y queremos contribuir, y no nos conocen, nadie nos va a llamar”. “Con esa visión de servicio, de hacerlo para que nos puedan usar, nos puede ser más fácil, pero tenemos que invertir en eso”, concluye.

La profesora Chinchilla se define a si misma como una “feminista sinérgica”, es decir, que no va contra el hombre sino “de la mano del hombre, desde las diferencias de hombre y mujer, para poder sumar y multiplicar”. Considera que, ante los techos de cristal y de cemento (que son las barreras externas e internas) la mujer no sólo se debe “empoderar”, sino que se debe “capacitar”. Y que más que recibir poder de fuera, las mujeres deben darse a sí mismas poder para hacer cosas. 

Chinchilla hizo estas reflexiones el pasado 6 de junio en una mesa redonda celebrada en Barcelona y organizada por el periódico español ‘La Vanguardia’. Ha participado en dos reuniones de expertos de STI: ‘Ethics, Families, Entrepreneurship and the Corporation’ (Princeton, 2006) y ‘Family Policies in Western Countries’ (Roma, 2004).

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