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Reventando la burbuja de la ignorancia afluente

Un nuevo documental pone caras, siguiendo y filmando a personas reales en el transcurso de un año, a la investigación sobre la creciente brecha de clases en Estados Unidos que, en términos del capital social, marca la capacidad de las personas para vivir su propia definición de una vida plena y feliz.

W. Bradford Wilcoxdirector del Proyecto Nacional de Matrimonio y profesor de Sociología en la Universidad de Virginia, miembro principal del Instituto de Estudios Familiares y colaborador de STI desde hace mucho tiempo, ha estado investigando, publicando y dando conferencias durante muchos años sobre la numerosos factores que impiden que los estadounidenses con menos formados o menos acomodados vivan el sueño americano. Ahora, como autor y co-investigación del corto documental “The Social Divide” Wilcox quiere que salgamos de nuestras burbujas para ver con nuestros propios ojos como la clase obrera y pobre estadounidense está atrapada cada vez más en un círculo vicioso de acceso limitado a las cosas que más nos satisfacen a todos.

La presentación analizó la Encuesta de la Comunidad Americana, patrocinado por el censo de los EEUU, basándose en los datos de más de 6.500 habitantes de la región metropolitana de Reno, Nevada y 8.500 residentes de la Chattanooga, área de Tennessee en 2016. Los datos de la Encuesta Nacional de la vida familiar, una encuesta de 2018 a más de 1,000 estadounidenses en todo el país que incluyía una muestra de más de 100 residentes del área de Reno y 100 más para el área de Chattanooga, también se tuvieron en cuentaLos productores siguieron cinco familias en las ciudades de la muestraAunque el enfoque incluyó ciudades con diferentes geografías y estilos de vida, la investigación reveló puntos en común en las claves de la percepción de la felicidad , y concluyó que en todo EE. UU., las personas con fuertes vínculos con la familia, la fe, el trabajo y la participación comunitaria son las más propensas a ser felices con sus vidas.

Las personas menos formadas y acomodadas están cada vez más desconectadas de estos pilares del florecimiento. Aunque el viejo dicho «el dinero no compra la felicidad» tiene mucha verdad, la falta de él restringe cada vez más el acceso de las personas a las cosas que sí lo hacen.

Las personas con más formación califican sus vidas como más felices, el 72% de los que tienen educación universitaria dicen que son felicies, frente al 27% de los que no tienen educación secundaria. La riqueza tiene una correlación similar. Las personas que trabajan son mucho más propensas a autoinformar que son muy felices, prácticamente en los mismos porcentajes que la brecha educativa, con un 73% en empleo a tiempo completo y un 34% de desempleados que reportan altos niveles de bienestar .

Estas condiciones están interrelacionadas. Por ejemplo, el 91% de los hombres con educación universitaria en Chattanooga tienen un empleo de tiempo completo , mientras que solo el 52% de los que no tienen un diploma de escuela secundaria lo tienen. En los años 60, esta brecha era considerablemente menor , con solo un 9% menos de hombres con menor nivel educativo en empleos de tiempo completo.

Wilcox explica, “lo que hemos visto en los últimos 50 años es que cada vez son menos los hombres que están en el mercado laboral, en particular aquellos que no tienen educación secundaria.” Esto es importantecontinúa, no solo por los ingresos bajos o nulos, sino también porque estas personas tienen más probabilidades de estar deprimidas y desesperanzadas en sus propias vidas. 

Con respecto a la estructura familiar, los porcentajes son muy similares, con un 80% de las personas casadas muy felices frente a solo la mitad de las personas solteras. La investigación de Wilcox revela que los más formados y ricos tienen muchas más probabilidades de superar las dificultades que se encuentran todas las parejas, en lugar de divorciarse. El extremo inferior del espectro de educación e ingresos tiene “muchas más probabilidades de experimentar inestabilidad familiar, y muchas menos probabilidades de casarse y permanecer casado, nos recuerda. Resulta que el matrimonio es más que un papel. Los hijos de parejas que cohabitan son abrumadoramente más propensos a experimentar inestabilidad familiar que los de padres casados, colocándolos en un camino que hace que la movilidad ascendente sea mucho más difícil .

Los pobres y la clase trabajadora también tienen una probabilidad significativamente menor de participar en los servicios religiosos, a pesar de que las personas que asisten a los servicios religiosos tienen un 15% más de probabilidades de manifestar felicidad. El servicio comunitario también es dos veces más probable entre los más educados y ricos.  “Los estadounidenses que están conectados tienen muchas más probabilidades de prosperar agrega Wilcox.

Las tendencias sociales de alejarse de estas cuatro instituciones son muy amplias. Aun así, no podemos ignorar que están afectando mucho más a la clase pobre y trabajadora que a las clases altas, alimentando la división social. 

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