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Digitalizando lo humanístico y humanizando lo digital

El vínculo entre las humanidades y el mundo digital es un camino de ida y vuelta. Las nuevas tecnologías deben mucho a la filosofía, la historia o el arte y, al mismo tiempo, estas disciplinas experimentan un nuevo fulgor a la luz de Internet y las tecnologías computacionales.

El profesor e investigador de la Universidad del Pacífico Ángel Pérez ha estudiado en profundidad la relación entre las nuevas tecnologías y las humanidades y ha publicado algunas de sus reflexiones en el libro ¿Qué diría Cicerón?: El mundo digital en diálogo con las humanidades, publicado en español por la Editorial Bolchiro en junio de 2021. Pérez, que participó en la reunión del STI ‘Florecimiento humano: Neurociencia y Salud, Organización y Arte’, desgrana en esta entrevista algunos de los conceptos abordados en su libro.

Su libro se enmarca en el ámbito de las llamadas humanidades digitales. ¿Qué se entiende por este concepto?

Las Humanidades Digitales (Digital Humanities) son un campo de estudio académico y científico que tiene diversas aplicaciones. Su metodología es una sinergia entre la computación y el conocimiento humanístico. Su origen se remonta a mediados del siglo XX. Con la aparición de los primeros ordenadores cambia la manera tradicional en que nos aproximamos a la lectura y el análisis textual. Uno de los pioneros de las Humanidades Digitales fue Roberto Busa quien, en la década de los 40 del siglo pasado, ideó la forma de informatizar la búsqueda de términos en la obra completa de Santo Tomás de Aquino.

Con el desarrollo informático este espacio se fue ampliando. Hoy las Humanidades Digitales no sólo trabajan sobre el análisis textual sino con el procesamiento inteligente de los datos, la preservación de archivos digitales o la búsqueda del estilo autoral en literatura. También se ocupan de investigar la posibilidades del análisis computacional en lingüística, el arte o la historia, y de buscar la integración de la informática en áreas como la arquitectura, el teatro o la música. Una noticia reciente1 sobre unos textos criptográficos de Charles Dickens, decodificados gracias al apoyo informático, podría ser una muestra de las posibilidades de las Humanidades Digitales.

Investigadores relevantes en las Humanidades Digitales son Melissa Terras, Willard McCarty o Koenraad de Smedt. Este último recuerda que el telescopio se inventó para observar a las tropas enemigas en las batallas, hasta que Galileo lo usó para ampliar nuestra visión del cosmos, y se convirtió en un instrumento de conocimiento científico. Algo así ha pasado con las computadoras. Creo que la cuestión es cómo el medio informático nos ayuda comprender de otras maneras el mensaje, y quizás esa es una paráfrasis sobre las teorías de Marshall MacLuhan.

¿Cuáles son sus aplicaciones?

A un nivel básico toda persona que practique la lectura digital, realizando búsquedas, o leyendo de forma hipertextual está haciendo uso de ellas, pero digamos que hay muchos niveles de profundización. Las universidades2 que ofrecen este grado proponen salidas profesionales como analistas de datos, guionistas de videojuegos o la curaduría digital.

Las Humanidades Digitales también investigan sobre la interacción entre personas y ordenadores, estudiando fenómenos como la lectura digital, la Inteligencia Artificial o el legado que pueden albergar los museos. Aquí están las intersecciones entre las humanidades, tal como las hemos conocido y la tecnología computacional. Al ser un cruce de caminos hay muchas posibilidades.

Las Humanidades Digitales tienen ya un cierto recorrido en el ámbito de la investigación. Están relacionadas con otras denominaciones que se encuentran en el mismo rango de estudios: computación humanística (Humanities Computing), informática humanística o lingüística computacional (linguistic computing). En el Reino Unido el primer director del Literary and Linguistic Computing Center (LLCC) fue Roy Wisbey que organizó una reunión precursora en 1970. En Italia Aldo Duro escribía sobre las humanidades y los ordenadores a finales de los 60. En la década del 70 la empresa IBM publicó una serie de manuales sobre la computación y las humanidades como por ejemplo Computers in Anthropology and Archaeology. Diez años más tarde autores como Robert Oakman ya reflexionaban sobre la metodología informática para la investigación literaria.

¿Qué aportan la filosofía, la historia o la filología al uso de las nuevas tecnologías e internet?

La tecnología ha potenciado muchas áreas de trabajo científico. Esto es muy claro en áreas como la investigación médica o farmacéutica. Estas interacciones también suceden en el ámbito humanístico porque la tecnología nos permite trabajar con grandes cantidades de información. Por ejemplo, pudiendo realizar búsquedas muy avanzadas en el catálogo de una gran biblioteca. O digitalizando información cartográfica de un relato de viajes del siglo XIX.

La filosofía nos puede ayudar a especificar y diferenciar la ciencia y la tecnología, que no son lo mismo. O definir la Inteligencia Artificial (IA) y sus diferencias con la inteligencia humana. Gracias a la historia también podemos comparar o comprender los usos tecnológicos de generaciones anteriores. Y reflexionar en torno a los dinamismos sociales en las redes de Internet, o en conceptos como las posibilidades de la gobernanza digital. Estas reflexiones son muy importantes para el uso y legislación de la tecnología.

Hay innovaciones que permiten leer de otra manera los procesos y los nuevos objetos culturales. Por ejemplo, integrando el Pixel Art con la tradición pictórica y sus relaciones con, por ejemplo, el puntillismo. Aquí sucede también una cuestión curiosa, que estos tipos de conocimiento; la filosofía, la historia o la literatura, también permiten analizar la tecnología. Por ejemplo es posible hacer un análisis sobre las NFT (Non Fungible Token) desde el ámbito estético, reflexionando sobre si estos nuevos objetos aparentemente únicos tienen una dimensionalidad ontológica. O indagando sobre el concepto de originalidad digital.

Gracias a las humanidades podemos analizar los lenguajes de programación utilizando nociones de la teoría lingüística como la sintaxis o la nomenclatura. Es muy interesante, por ejemplo, entender la programación como un proceso creativo. Desarrollar códigos en Phyton es un nuevo tipo de escritura, que podría estar vinculado a los procedimientos literarios o artísticos.

Desde otro punto de vista el conocimiento cultural nos permite experimentar desde la tradición en nuevas herramientas y fórmulas estéticas. Para poder valorar estos trabajos también es importante una estética que sea capaz de conocer lo digital. Hay artistas cuya herramienta fundamental de trabajo es una tableta o un lápiz interactivo, el arte generativo (Generative Art) o el arte del plotter (Plotter Work). También podemos comprender y ampliar el concepto de museo mediante la curaduría digital de los mismos.

En algunos artículos y en el mismo libro usted se pregunta cómo reaccionarían pensadores como Aristóteles o Cicerón ante las redes sociales. ¿Cuál es su respuesta?

Evidentemente esto es un ensayo de suposiciones. Pero vienen muy bien para revisar y actualizar el pensamiento de muchos autores que consideramos demasiado antiguos o que no pueden aportar algo al momento presente. Yo pienso que este es un ejercicio interesante.

Es probable que Aristóteles y Cicerón comprendieran muy bien los fenómenos digitales y se integrarían en este mundo de manera muy natural. Esto es una deducción a partir de las lecturas de sus libros y sobre su capacidad reflexiva. Creo que si Cicerón o Quintiliano hubiera conocido las conferencias TED probablemente las habrían incluido dentro de su repertorio de ejemplos retóricos. Quizás porque sus oradores persuaden con elocuencia, como ellos recomendaban.

Hace algunos años Sam Leith publicó el libro ¿Me hablas a mí? La retórica desde Aristóteles hasta Obama. En este texto el periodista de The Spectator da un repaso a los conceptos retóricos y su relación con la cultura popular y con los grandes comunicadores de la actualidad. Para Platón el arte de la persuasión era una de las habilidades del ciudadano responsable. Aristóteles tiene un tratado con este nombre, y en él dice que la Retórica debe ir acompañada del conocimiento. Quizás por ello el estudio de la retórica tiene más actualidad que nunca en la era digital.

¿Qué peligros entraña este inmenso ágora que es internet, a ojos de los grandes pensadores de la historia?

Peligros ha habido siempre. No sabremos a ciencia cierta qué dirían aquellos filósofos o naturalistas que nos precedieron. Podemos hacer algunas conjeturas. Quizás sea una situación análoga a los primeros momentos de la historia, en que la información era muy restringida.

Al inicio había un gran afán por acopiar el conocimiento, o superar los obstáculos para acceder a él. Nuestra situación es muy distinta pero los primeros filósofos tenían inquietudes muy similares a las nuestras. Una de ellas es la capacidad de reconocer los errores informativos. El famoso debate entre Sócrates y los sofistas es una anotación interesante en el clima actual de la posverdad. Sócrates denuncia los mitos engañosos. Platón, discípulo del primero, advierte que el arte de la persuasión entraña peligros como el talento para engañar. Una retórica que se enfrente a los bulos debe tener una base científica y estar acompañada por una constante reflexión sobre los valores.

Denis Diderot y los enciclopedistas son un ejemplo de recopilación del conocimiento de su época. Hoy nos encontramos con todo lo contrario: una gran profusión de la información. Sin embargo, nuestra capacidad de acceder a ella es limitada, no podemos leer todo y a veces nos cuesta mucho distinguir el trigo de la paja. De manera que se necesita una gran capacidad crítica, que no es otra cosa que un gran entrenamiento en la lectura.

Descartes y Kant son dos autores que potencian nuestra agudeza. Las meditaciones cartesianas son una metodología con un uso muy potente de la lógica. Una sugerencia kantiana sería aquella de elevar responsablemente nuestra voz en público. Cuando escribió el artículo Qué es la Ilustración, no se imaginaba lo que vendría luego, pero su criterio sigue siendo válido. David Hume también sugiere en muchos de sus textos la dinámica de la comprobación.

¿Qué podemos aprender de ellos en el uso de las redes?

Los grandes pensadores, y creo que debemos incluir también a los grandes creadores, son especialistas en el diálogo y en la lectura de la obra ajena. Virgilio leyó a Homero, por ejemplo, y a su vez Dante leyó a Virgilio. La Divina Comedia es una lectura de la Eneida. Y Cervantes a su vez leyó a todos los anteriores. De alguna manera hay una especie de red muy poderosa en el mundo del pensamiento y de la creación artística. Creo que esa trama nos enseña el respeto hacia el otro y su obra, pero sobre todo al interés en aquellas creaciones de calidad que pueden inspirarnos o aportar energía para que nuestra vida florezca.

Siempre ha habido redes intelectuales que han potenciado a sus integrantes. Los epistolarios son una muestra de ello. Muchas de las redes sociales reproducen este dinamismo aunque en proporciones diversas. Es famosa por ejemplo, la correspondencia entre Niemeyer, Costa y Le Corbusier durante la construcción de Brasilia. O las cartas de Toulouse-Lautrec a su madre, o las de Van Gogh a su hermano Theo. La lectura de ellas quizás sea un tipo de educación.

A otro nivel, y como muestra de brevedad al comunicar muchos autores han cultivado los aforismos que son también una manera genial de aproximarnos al texto breve. Wittgenstein nos puede dar alguna sugerencia desde el siglo XX: «sobre todo lo que no podemos hablar debemos guardar silencio», allí se inaugura una fórmula analítica de comprensión. Es una gran sugerencia para la participación en las redes sociales.

¿Qué elementos de la retórica clásica detecta en la comunicación digital actual?

Pienso que muchos de los youtubers relevantes hoy, utilizan elementos de la retórica clásica con variaciones actuales, aunque muchos de ellos no lo sepan. Felix Kjellberg, conocido como PewDiePie cuida mucho la estructura de sus vídeos y es claro en su elocución; estos dos son elementos clásicos, pero contrapone dichas características con expresiones políticamente incorrectas o asuntos poco elegantes. El contrapunto entre las categorías clásicas y sus opuestos es una de las claves del éxito de la retórica digital. Aunque esto no es algo nuevo. Basta leer la Historia de la fealdad de Umberto Eco para percatarse de ello en el ámbito estético.

Otra youtuber, esta vez muy joven; Anastasia Radzinskaya utiliza mucho los efectos de sonido en sus producciones, que están muy relacionados con aquello que los autores clásicos denominaban pronuntatio, relacionado con la gesticulación y la modulación de la voz. Aunque a simple vista no lo parezca el youtuber chileno Germán Garmendia mantiene un orden expositivo en sus videos humorísticos, esto está relacionado con la lógica y la secuenciación coherente, es la dispositio.

La retórica clásica se divide en la legal, que habla sobre lo justo o injusto, la deliberativa, que tienen que ver con la utilidad de las acciones y la demostrativa que está en la línea del gusto o la estética. Los ejemplos anteriores tienen que ver con lo último. Pero hoy en día también hay influencers que abordan el mundo legal como Joshua Rozenber en el Reino Unido o Juango Ospina en España, y en aquello que está relacionado con lo deliberativo está el mundo de los negocios, donde hay personalidades como Jeff Bezos, Euge Oller o Tony Robbins.

¿Qué responsabilidad tiene un comunicador o “retórico digital” hoy en día?

Hay una responsabilidad social para todos aquellos que son capaces de elevar su voz o que tienen alguna capacidad de influencia. En el fondo es la responsabilidad de la convivencia, es decir que parte de las formas fundamentales de la amabilidad. Cuando [en mi libro] recordaba a Kant, hablaba sobre la posibilidad de establecer consensos, de poder reclamar educadamente y de ser coherentes. Este es todo un manual de comportamiento digital. Puede parecer pueril, pero se trata de saludar, de decir gracias, de disculparse si es necesario.

La cuestión aquí estaría ligada a la educación común. Internet es un lugar magnífico que amplía ese concepto de paideia que tenían los griegos, la importancia de las redes sociales es que democratizan el diálogo. Aunque también hemos de ser conscientes de la necesidad de elevarlo.

George Steiner decía que «todo arte, música o literatura serios constituyen un sentido crítico»3, creo que el arte es un gran aliado para entender el mundo que nos rodea, porque nos ayuda a ser más agudos y más sensibles a lo que sucede en nuestro entorno. El arte también está imbricado con la libertad y la aproximación lúdica a la vida. Es una manera interesante de entender la cultura. El concepto de cultura está vinculado a lo que los clásicos latinos denominaban el cultivo personal. Esto también puede traducirse como un autocuidado.

Creo que muchos comunicadores digitales son conscientes de esta dimensión cultural, que es tan importante como la atención a las noticias o los sucesos. Sin la noción de cultura nuestra capacidad crítica y sentimental disminuye.

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1 – Decoding Dickens’s Secret Notes to Himself, One Symbol at a Time – The New York Times (nytimes.com)
2 – Digital Humanities and Social Sciences BS | RIT
3 – Steiner, Presencias reales, 1989.

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