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¿Cómo aprovechar la pluralidad de opiniones sin caer en la polarización?

La profesora María Luengo explica en esta entrevista de STI su nuevo proyecto “Digi_morals: Los desacuerdos morales en la esfera digital. Dinámicas interactivas, micro-mecanismos y marcadores culturales”

STI: Su proyecto Digi_morals busca estudiar cómo funcionan los desacuerdos en los contextos digitales cotidianos. ¿Qué han descubierto, de momento?

ML: Aún no hemos iniciado la parte empírica. Estamos trabajando el concepto de “desacuerdo moral”, que tomamos de la filosofía, para ver cómo hacerlo operativo en comunicación y ciencias sociales. Estas son las tres patas en las que se apoya un proyecto que, desde el inicio, concebimos como eminentemente interdisciplinar.

De momento, estamos barajando la posibilidad de analizar las características de potenciales plataformas para las cuales pensamos que nuestro análisis tendría sentido. Desde el punto de vista de la comunicación, que es el más cercano a mi especialidad, sabemos que cada plataforma digital ofrece unas singularidades de diseño (en el mundo digital se conoce como affordances) y determina dinámicas comunicativas, las cuales emergen de las propias arquitecturas digitales de dichas plataformas. Es decir, que cada plataforma ha generado una cultura propia.

La distinción entre redes es fundamental para estudiar las dinámicas de desacuerdo que emergen dependiendo de la información que cada plataforma aporta a los actores. Cada vez es más raro que la gente interactúe con un mensaje aislado. Cuando la conversación se torna fea y el discurso deriva hacia la hostilidad, a menudo se puede observar un giro conversacional en el que los usuarios tratan de acceder a cualquier información adicional de perfil que les permita hacer inferencia sobre su interlocutor, que les permita hacer generalizaciones ideológicas, sociales (a qué grupos pertenece), culturales, etc. Desde aquí pasamos a lo que, en ciencias sociales, se conoce como polarización afectiva.  En este sentido, lo que cada plataforma hace visible del usuario se convierte en elemento clave de interacción.

Esta diversificación de plataformas también se hace necesaria por las nuevas circunstancias que, por ejemplo, establecen redes sociales como Twitter, cuya API de investigación ya no es gratuita y abierta a la investigación como ha sido hasta hace muy poco. Entonces, estamos tratando de reconstruir debates identificados como desacuerdos morales en filosofía, desarrollar claves comunicacionales y llevarlas a modelos teóricos de comunicación computacional – computer metiated communication – para un potencial diseño experimental que nos permita empezar a testar hipótesis sobre desacuerdos en el ámbito digital.

Sabemos que, a mayor paridad, mayor capacidad de acuerdo. Nos gustaría hallar elementos que sean atenuantes de un desacuerdo radical y anti-cívico; un desacuerdo que mina el discurso público y, consecuentemente, la posibilidad de llegar a decisiones colectivas.

STI: ¿Cuál fue la motivación para iniciar el proyecto?

ML: En 2020, en plena pandemia, propuse a diferentes investigadores de la UC3M la creación de una red interdisciplinar en torno a la teoría de la esfera civil. Entendimos esta red más allá de nuestros respectivos grupos de investigación departamentales, redes intra-área, etc., para (1) generar un espacio de diálogo entre nuestras disciplinas, (2) materializar este espacio en un programa de investigación común en torno a los temas que ya han ido saliendo y (3) generar pulmón para ir a Europa.

De ahí pronto surgió la iniciativa de presentar un proyecto europeo que centramos en las problemáticas de la polarización y radicación sociales. Me inspiré en un libro colectivo sobre esfera civil y radicalización vinculado al Yale Center for Cultural Sociology y al sociólogo Jeffrey Alexander con el que había colaborado poco antes. El esquema CHANSE en el que planteamos el proyecto incidía en la cuestión digital, por lo que, al final, formulamos un proyecto en la convergencia de tres líneas: polarización, esfera civil y medios digitales. Desafortunadamente no conseguimos financiación… Sé, por este y otros casos, que prácticamente el 90% de solicitudes quedan fuera.

Con todo, el grado de implicación de todos los investigadores se reforzó. El proyecto nos ayudó a conocernos mejor, a compartir de fondo el ámbito temático de investigación, a mantener el interés en participar en investigaciones interdisciplinares. Todos estábamos dispuestos a seguir remando para que la red se materializase en proyectos financiados nacionales y europeos. Y así ocurrió. Finalmente, esta vez a través de la filosofía, conseguimos financiación de la Fundación BBVA para sacar adelante el presente proyecto sobre desacuerdos morales en la esfera digital.

STI: En un mundo tan polarizado como el actual, y más aún en el ámbito digital, ¿es posible tener un debate razonado y buscar el consenso en las redes?

ML: Así lo creemos. De hecho, nuestro proyecto no se dirige tanto a mostrar el desacuerdo como a ofrecer propuesta para logra el acuerdo. Existen ya iniciativas internacionales potentes dirigidas a la depolarización social que estamos explorando para generar sinergias y colaboraciones.

STI: ¿Qué entienden en digi_morals por desacuerdos morales?

ML: Por desacuerdos morales entenderemos controversias o disputas que implican valores opuestos. Distinguimos al menos cuatro tipos de desacuerdos morales. En ocasiones encontramos desacuerdos morales aparentes. Aunque las dos partes mantienen una opinión moral distinta sobre una controversia, el recurso a la evidencia puede hacer que ambas partes converjan en una posición común (McGrath 2008. Tersman 2006). Otras veces las posiciones morales opuestas se insertan en un conjunto común de valores, conjunto que está sujeto a ordenamientos diferentes. Dos grupos pueden valorar la autonomía individual y la lealtad al grupo, priorizando de forma diferente esos valores en un caso concreto. Hablamos entonces de desacuerdos morales genuinos (Haidt 2013).

En ocasiones los desacuerdos evaluativos apuntan hacia marcos morales que no contienen los mismos valores. En esos casos encontramos un desacuerdo moral radical, ya que la posición moral opuesta incluye algún valor ajeno a las dos partes. Hay un largo debate acerca de si los desacuerdos evaluativos son posibles en este sentido radical (Aguiar, Gaitán, Viciana, 2020 para una revisión reciente). Aunque no está claro que existan desacuerdos radicales, parece útil de entrada tener presente esta posibilidad.

Finalmente, cada vez resulta más frecuente encontrar casos de desacuerdo moral en los que lo que está en cuestión son los criterios básicos que rigen el debate moral. Se trata de desacuerdos profundos centrados en la naturaleza de los mismos principios de justificación y deliberación moral.”

STI: ¿Cómo se pueden potenciar los efectos positivos de los desacuerdos morales y minimizar la polarización?

ML: Estamos trabajando en ello. En mi opinión, y partiendo de mega-estudios recientes como el de Voelkel et al, 2022, el pluralismo representará un buen antídoto para la depolarización política antagónica y radical en un nivel simbólico-discursivo o comunicativo. Autores como Laclau y Mouffe ya consideraron la polarización en términos de discursos hegemónicos que compiten entre sí, es decir, en cadenas semióticas de equivalencias que unen significantes heterogéneos y cuestiones políticas dispares bajo una bandera o significante vacío (un significante que encapsula interpretaciones múltiples, y hasta contradictorias, en lugar de significados en particular).

De esta forma, el problema de la polarización política (y también el de los desacuerdos) podría enmarcarse en términos de cómo formaciones discursivas hegemónicas y relativamente estables no sólo limitan el “libre juego de los significantes” (Derrida), sino que perpetúan pertenencias grupales e identidades excluyentes. Por el contrario, el pluralismo permitía desacoplar significados y valores que están en la base de estos desacuerdos radicales. En otras palabras, si la polarización y el desacuerdo radical pueden limitarse “tema a tema”, sobre la base de la unidad y la pluralidad, podría ser posible aprovechar la energía de la polarización, mientras se desarma su potencial antagónico.

STI: ¿Las redes, al exponernos a opiniones contrarias a las nuestras, nos hacen más intolerantes? ¿Estamos más expuestos al desacuerdo o, por lo contrario, a cámaras de eco y burbujas de comunicación en las que sólo vemos lo que queremos ver?

ML: Los estudios sociológicos empíricos parecen entrar en contradicción en este punto. Hay estudios que demuestran que las personalidades más polarizadas en entornos digitales no se corresponden con aquellas que más se exponen a otras opiniones. Pero también hay estudios que demuestran lo contrario, en la línea de las cámaras eco y burbujas de comunicación que propician las dinámicas en redes y los algoritmos que personalizan la información a la que se expone el usuario.

STI: ¿Qué herramientas podrían ayudar a mejorar el entendimiento y potenciar los efectos positivos de los desacuerdos morales?

ML: Estoy convencida de la eficacia que podrían tener herramientas discursivas o de comunicación ajustadas a las dinámicas comunicacionales y diseños de las plataformas digitales y redes sociales de las que hablaba en una de las primeras preguntas. No obstante, aún tenemos pendiente hacer esta propuesta de “kit de herramientas” para lograrlo. Por otro lado, me consta que muchos medios de comunicación utilizan la misma tecnología que propicia el desacuerdo para moderar opiniones radicales en comentarios a noticias, por ejemplo. Estos medios han desarrollado herramientas de IA para detectar niveles de agresividad, odio, polarización incívica online e incluso hay herramientas que permiten al usuario detectar si su mensaje o el hilo de mensajes en el que entra tiene elementos tóxicos.

Consulte toda la info sobre la investigación Digi_Morals y sus responsables en este enlace: http://www.digimorals.net/

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